Yordi Piña

La polvareda se mezcla con la bosta de ganado, esparcida por la inmensidad de la tierra llanera. Se alza del suelo de manera fugaz, tras el paso heroico del pueblo y los soldados que luchan por la libertad, enfilados por Simón Bolívar. Sentado en una piedra, a la sombra de un guamo, un niño imagina todas las hazañas de cientos de patriotas en el campo de batalla. El agite de la travesía cesa y el pequeño, con el polvo ficticio en su rostro, observa al horizonte y se piensa útil a la Patria.
En el suburbio caraqueño, muchos años antes, otro infante, ese mismo que recorría el llano a caballo, soñaba una nación donde la negra que le dio alimento de sus senos pudiera ser tan igual como los blancos, los indios y otros cientos de africanos arrancados injustamente de su terruño.
— ¿Jura usted delante de Dios y la bandera defender la Patria hasta perder a vida?—, pregunta un General al mismo carajito que soñaba a la sombra del árbol llanero, ahora convertido en un hombre de armas. —No solo defenderla, amarla—contestó. Porque para defenderla hasta perder la vida, necesario es amarla—. Para este momento, en su mente se perpetuó la obra y el pensamiento de Simón Bolívar: “La libertad del nuevo mundo, es la esperanza del universo”.
El Libertador luchó hasta exhalar por romper las amarras del colonialismo instaurado durante 400 años. Se valió de hombres y mujeres que clamaban el nacimiento de Repúblicas libres en América Latina para desechar el lastre colonial, el balasto imperial, la opresión.
Hugo Chávez, nombre de aquel pequeño barinés, cargó a cuestas décadas de pactos gubernamentales, vejaciones, hurtos y abandonos en los que se sumergía la Patria desde 1830. De modo tal que un día, se enfiló con sus soldados —ahora sin caballos ni polvareda—, a asumir el rumbo de la República. Falló, pero 15 años después su lucha y su obra evidencian frutos en la liberación definitiva de la Patria de Bolívar y la unidad continental.
“Estudiando las líneas centrales del pensamiento de Bolívar, perfectamente es viable, es posible, como lo hemos venido haciendo, construir las bases del proyecto socialista del siglo XXI, el Socialismo Bolivariano, aquí en estas tierras. Además, irradiar este continente de su pensamiento geopolítico”, asintió Chávez en su último discurso como presidente el 24 de julio de 2012.
Hoy, esa cabalgata que imaginó el muchachito de Barinas, en la que se encontraba la diversidad extensiva de Venezuela, las pasiones e ilusiones de libertad y pálpito de una República, es seguida por millones de venezolanos. Es la materialización del pensamiento de un carajito que, sin saber lo que implicaría su existencia en la Patria, nació el 24 de julio de 1783: Simón Bolívar.