El derecho al pasaje estudiantil, comedores, acceso a la educación gratuita y de calidad, cupos en las universidades, entre otras reivindicaciones justas, las exigíamos a sangre y fuego, y a pesar de ello nunca se conquistaban. Las calles, hasta hace 18 años atrás, eran escenarios de lucha, y los liceos y universidades blanco de la represión por parte de la policía política de los gobiernos de turno que pretendieron silenciar con la muerte décadas de corrupción”.
Fueron las palabras de César Arquímedes Millán, ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y hermano de Alberto Millán, estudiante de bachillerato asesinado con un disparo en la espalda el 4 de mayo de 1962 en lo que se conoce actualmente como la Masacre del Liceo Sanz, ocurrida en Maturín, estado Monagas “… y planificada por el Comité Seccional Ejecutivo de Acción Democrática (AD)”.
Millán enfatizó que en su época nunca contaron como estudiantes con ningún beneficio; el pasaje estudiantil nunca les fue otorgado, pagaban la tarifa completa, “éramos víctimas de atropellos e insultos por parte de los conductores. A cuántos de nuestros compañeros no pisaron para no dejarlos montar en la camioneta”.
Recordó que el 19 de septiembre de 1984, un grupo de aproximadamente 400 estudiantes de la UCV que viajaban en 6 autobuses desde Maracay hasta Caracas, fueron interceptados y ametrallados en el peaje de Hoyo de la Puerta de la Guardia Nacional por órdenes del para entonces gobernador de Caracas Antonio Ledezma. Su delito, oponerse al Plan de Austeridad anunciado por el gobierno del presidente Jaime Lusinchi que contemplaba la eliminación de becas, aumento del comedor universitario a Bs 10, pago de matrículas, suspensión de pasantías, entre otras medidas.
“Ese hecho se conoce como la Masacre de Tazón… Nos quitaban las residencias estudiantiles, no teníamos nada; por exigir nuestros derechos éramos vistos como delincuentes, ahora lo tenemos todo. Me honro en decir ahora, que me gradué de abogado penalista en la UBV y en educador a través de la Misión Cultura en la Simón Rodríguez, cosa que nunca pude hacer antes”, expresó.
Más que la reivindicación. El movimiento estudiantil venezolano fue el bastión contrario al sistema imperante que, junto al pueblo, emprendió durante 40 años una férrea batalla en las calles debido a la imposibilidad de obtener los derechos exigidos a través de las vías legales. Según cifras de la Comisión por la Justicia y la Verdad, entre 1958 y 1998 se registraron 12.000 personas asesinadas, masacradas y torturadas; entre ellas se encuentran más de 453 desapariciones forzosas, de las cuales, ya hallaron 14 cuerpos que han sido entregados a sus familiares.
“Nada más en el año 60, contabilizamos 116 personas asesinadas en manifestaciones pacíficas, de las cuales 80% eran estudiantes. El conteo sigue abierto”, informó Elia Oliveros Espinoza, coordinadora de la subcomisión del poder popular del referido organismo y ex dirigente estudiantil del partido Bandera Roja (BR), quien fue víctima de abuso sexual el 3 de diciembre de 1976 por efectivos de la Disip, cuando junto a otros 2 compañeros fue encarcelada por intentar pegar una pancarta en el barrio La Silsa (DC) en rechazo al asesinato de Tito González Heredia.
Terrorismo de Estado. César Ismael Millán, miembro de la Comisión por la Justicia y la Verdad, acotó que el sueño de los movimientos estudiantiles de haber conquistado la democracia con el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, se desvaneció el 31 de octubre de ese mismo año con la firma del pacto de Punto Fijo, “con el cual Rómulo Betancourt ordenó disparar primero y averiguar después. Doctrina que se mantuvo hasta 1998”.
Detalló que en ese período se aplicó el terrorismo de Estado como una estrategia política para mantener el poder a base de la cultura del miedo. “Redadas, maltratos, allanamientos y desapariciones forzosas eran el pan de cada día… A muchos los torturaron en los llamados tigritos y los asesinaron lanzándolos de helicópteros”.
Millán manifestó que a través de la Comisión por la Justicia y la Verdad se han realizado enormes esfuerzos por hacer justicia y dar paz a los familiares de las miles de víctimas.
Expresó sentirse sorprendido de ver actualmente como algunos movimientos estudiantiles defienden a quienes por décadas intentaron silenciar la voz heroica del estudiantado.
Estudiar y luchar
El 21 de noviembre de 1957 los estudiantes de educación media y superior planificaron una huelga nacional en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Las calles del país reflejaron el descontento social, el cual fue reprimido con balas y peinillazos.
La UCV fue uno de los epicentros de la batalla. Desde ese momento, los jóvenes asumieron “la consigna de luchar y estudiar, y el pueblo conmemora cada año esta heroica fecha como el Día Nacional del Estudiante, ese que dio su vida por una patria nueva”, manifestó César Ismael Millán, miembro de la Comisión por la Justicia y la Verdad.