Muchas gracias a los lectores de toda Venezuela y el exterior que me envían gratos comentarios por esta columna; y piden que siga explorando algunos temas de profundo contenido político. Lo haré con gusto.

El mundo occidental padece una crisis económica que ha dejado sin trabajo a millones de personas, aun en los países denominados desarrollados. Lo de Grecia es dramático. Esto afecta especialmente a nuestros hermanos inmigrantes, que despiertan en medio de una pesadilla llamada “sueño americano” o “sueño europeo”.

Venezuela, que tiene su PBI (Producto Bruto Interno) sustentado en el petróleo y sus derivados, pilotea el temporal satisfactoriamente, aunque naturalmente está en permanente monitoreo evaluando daños potenciales.

Más allá de los problemas macroeconómicos, están los temas de cada día. Por eso la gente se ha ido desinteresando de la política en términos tradicionales y busca nuevas opciones más cercanas. Sus problemas son de la vida real y hay que entenderlos y solucionarlos de inmediato.

El pueblo venezolano trabaja arduamente para cumplir con sus responsabilidades. Nosotros, quienes ejercemos el gobierno, debemos preguntarnos si estamos cumpliendo con las nuestras para alcanzar la mayor suma de felicidad posible que todos deseamos para nuestra gente.

La oposición tiene una teoría económica distinta. Ellos creen que la única solución a nuestros retos económicos es simplemente eliminar un gran volumen de gastos y la mayoría de los reglamentos y controles gubernamentales. Es decir, volver al Estado permisivo, ocioso, flojo… Hacer de la Nación una gran romería en donde los de arriba se quedan con el 90% de la torta y el pueblo recibe sólo migajas ¡No volveremos a eso!

Estoy de acuerdo con que no podemos permitirnos el derroche; y desde el Saime continuaré trabajando para que cada bolívar que se use sea una inversión y no un gasto improductivo.

Estamos accionando para que nuestra Patria participe en una carrera ascendente, en una carrera hacia la cima. Y creo que esa es una batalla, que con todas las dificultades del caso, vamos ganando.

Coincido con Jhon Kennedy cuando dijo: “Nuestros problemas están hechos por el hombre, por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre”. Y ese es el reto de aquí para adelante. Sé que juntos podemos lograrlo.

Recuerden que Venezuela la construimos todos. Nosotros hemos sido, y siempre seremos, una Nación inspirada en Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.

Somos más fuertes que los problemas que tenemos. Por eso estamos instrumentando políticas, planes y programas para solucionarlos. No cometamos el imperdonable error de desperdiciar este histórico momento que llama a la unidad en la acción. De ignorar que para las elecciones falta mucho y que el tiempo de las comunidades se mide en urgencias reales. Pongámonos a trabajar armónicamente, respetando el espacio de cada uno y asumiendo la responsabilidad social que nos corresponde. Sólo así podremos mostrarle al mundo que somos una gran potencia sudamericana.

Cierro invocando al Libertador con este concepto que debemos aplicar todos los que tenemos responsabilidades de Gobierno: “El que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores”.

Un abrazo a todos.