Cuando uno tiene principios altos basados en la ética de la solidaridad, le es fácil generar como primera consigna para nuestros trabajadores en el SAIME: “El usuario siempre tiene razón”. Y que además: “Atender bien al USUARIO SAIME, más que obligación es una MISIÓN que debe ejecutarse con verdadera responsabilidad y alta sensibilidad social”. Los resultados obtenidos están a la vista; y quedan reflejados en centenares de opiniones favorables publicadas por venezolanos de todos los colores partidistas.
Nuestra gerencia se distingue por un permanente impulso hacia la conciencia de la responsabilidad tanto por el todo como por las tareas individuales. Las responsabilidades personales se derivan de las necesidades del progreso social, esto es, del bienestar y los intereses de toda la sociedad. Esta ética expresa la conciencia y el sentimiento de responsabilidad del ser humano por sus acciones para con las otras personas, su empleo público o privado, sus colegas y la comunidad en su conjunto.
La cooperación y la solidaridad están en el origen de la humanidad. El ser humano surge cuando empieza a prestarle atención al otro. Sin la cooperación y la solidaridad no hubiera podido elevar su animalidad a humanidad, crear el lenguaje, la cultura, etc., y alzarse sobre el resto de los animales.
Nuestros humanos con talento reciben cursos específicos que los enseñan a diferenciar muy bien lo que es un USUARIO (la persona que utiliza algún servicio público -Saime, Encotel, Cadivi, Seniat, Metro, Corpoelec, etc.-) de lo que es un CLIENTE (el comprador potencial o real de los productos o servicios). Esto último es propio de las actividades empresariales que buscan el lucro por sobre todas las cosas: tiendas, hoteles, transportes, supermercados, bancos, etc.
En el capitalismo todo está orientado hacia lo que deja dinero: el cliente. Solo se prevén talleres de “Atención al Cliente”. El usuario no le interesa al capitalismo pues no da ganancia en billetes.
Nosotros, en cambio, orientamos todos nuestros esfuerzos tecnológicos, que hoy se expresan en productos esenciales de fácil acceso como lo son las cédulas y los pasaportes, hacia el usuario. Le damos preponderancia.
Ahora bien, de nada valdría invertir en equipos si descuidamos la  preparación esmerada de nuestro personal; si no nos ocupamos de transferirles valores éticos a las mujeres y hombres que laboran en las taquillas, y son los que dan la cara cuando prestan uno de los servicios más delicados y personalísimos que se le puede ofrecer a un ciudadano: su identidad.
La situación adquiere un cariz más serio, cuando nuestros servidores laboran en los aeropuertos internacionales y puntos de ingreso en las zonas de frontera, pues la primera imagen que se refleja de Venezuela es la que le brinda el agente del SAIME al momento de requerirle el pasaporte.
Ese capital de soberanía de imagen lo cuidamos y perfeccionamos cada día porque en nuestra institución: “El usuario siempre tiene razón”.
Un abrazo.