Censura El cierre de Megaupload y la huelga digital de esta semana no son más que síntomas de una guerra ya no tan silenciosa que hace una década tiene lugar en el mundo por el control de internet.

El World War Web (la guerra mundial de Internet), como la califican ya muchos en las redes sociales, es una fiera batalla que mantienen dos bandos bien definidos, los que defienden la llamada "neutralidad de internet" y los que no, es decir, entre los que quieren mantener su estado actual y los que quieren regularla.

Un conflicto que se desarrolla tanto a nivel político, legislativo como económico y cuyas víctimas, como en toda guerra, son los ciudadanos de a pie, como hemos podido comprobar con los usuarios de Megaupload que en estos momentos deben estar preguntándose cómo van a recuperar el dinero de sus suscripciones o los contenidos que subieron a la página.

¿Por qué ahora?

Según Javier de la Cueva, abogado experto en derecho de internet, las polémicas leyes Sopa y Pipa en Estados Unidos, son ejemplos de ofensivas legislativas que esconden, no sólo intereses económicos sino el renovado afán político por controlar la red.

"Wikileaks, los disturbios en el norte de África... El poder político se ha aliado con la industria del entretenimiento porque tiene el mismo interés de controlar el internet", explicó de la Cueva.

"La ley Sinde española le concede al gobierno la potestad de controlar internet, quitándole a los jueces esta potestad, y es lo que se está tratando de implantar en Estados Unidos", aclaró.

Y a nivel económico no hay nada nuevo bajo el sol, dice, ya que la "tensión existente está describiendo el ciclo histórico que vivimos, el que existe entre la propiedad intelectual colectiva, representada por Wikipedia y Linux y una privativa, que es la de la industria del contenido".

Ya en 2005, J.D Lasica, periodista, bloguero y consultor sobre medios sociales hablaba sobre este fenómeno en su libro "La guerra de Hollywood contra la generación digital", basado en entrevistas realizadas a actores de la industria del entretenimiento, del mundo tecnológico, periodistas y políticos.

En esta obra, profetizaba el intento de la industria de bloquear los contenidos de internet, así como la habilidad de los ciudadanos de generar y compartir contenido.

"Las tecnologías participativas online y "many to many" pueden desplazar el núcleo de la esfera de influencia mediática desde un reducido número de poderosos propietarios de medios de comunicación hasta la población entera", citaba el libro.

Pero lo cierto, es que más allá de perder influencia como único medio de difusión de información y entretenimiento, es que internet está arrasando al sector.

Según Motion Pictures Association of America (MPAA) la industria pierde anualmente cerca de US$6.000 millones debido a las copias ilegales.

No sólo eso, a medida que internet se convierte en el medio favorito para disfrutar de este tipo de contenidos, en detrimento de la televisión o el cine, la industria ve peligrar cada vez más sus dividendos en beneficio de las empresas de internet que lo manejan, por lo que no es raro que emplee todos sus medios para recuperar terreno.

La ley como arma

En este sentido, leyes como la Sinde recientemente aprobada en España, la ley Lleras discutida y rechazada en Colombia, la ley Doring planteada en México, son como la Sopa y la Pipa: armas con las que la industria cuenta para retomar el control de sus contenidos.

"Buena parte de estas legislaciones lo que buscan es controlar los derechos de la propiedad intelectual y tiene como repercusión que el gobierno pueda controlar los contenidos de la red", comenta Joel Gómez, especialista en derecho informático del despacho Lex informática abogados de México.

Una de las legislaciones más ambiciosas en este sentido, apuntó Gómez, es el Acuerdo comercial antifalsificación (ACTA), un marco legal internacional que se extiende a contenidos distribuidos en internet y al que los países pueden adherirse y cuyas negociaciones son secretas.