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Yvke Mundial/AVN

Entre el frío de la media noche y la neblina que baja del Parque Nacional Henri Pittier, militares del Apostadero Naval de Turiamo y los últimos habitantes de ese poblado del estado Aragua vieron llegar a quien había sido secuestrado el 11 de abril de 2002.

Se trataba del comandante Hugo Chávez, quien la noche del 12 de abril de 2002 fue llevado a esa unidad militar, en las costas del estado Aragua, por un grupo de golpistas que lo hicieron preso en Fuerte Tiuna, Caracas.

Sin embargo, el paso por Turiamo fue el punto de partida que encendió la chispa para el retorno del Presidente Chávez al poder.

Esa noche el sargento Luis Arias del Pino estaba de guardia en la unidad militar. Tenía poco tiempo destacado en el apostadero naval y era una de sus primeros turnos. En ese momento se encontraba en su camarote, aledaño a la nueva Brigada de Operaciones Especiales, y distanciado del área donde estaban de los marineros.

Fue uno de los últimos en enterarse de la presencia del Presidente en Turiamo y, paradójicamente, parte de los primeros venezolanos que alentó una serie de acciones para decirle al país que el jefe de Estado había sido secuestrado y que jamás renunció al mandato popular.

Espanto o ejercicio militar

Arias recuerda que al abrir la puerta del camarote se encontró con un marinero vestido de azul y gorro blanco, quien le notificó sobre el aterrizaje de un helicóptero que traía al comandante Chávez. "Eran las 12:00 de la noche cuando el marinero tocó la puerta del camarote. Me asusté y le dije: 'Nuevo, tú estás loco, ¿cómo va a estar el Presidente aquí?".

Pensó que el marinero era un espanto, de esos que cuentan que salen en Turiamo a media noche. Sin embargo, la curiosidad lo motivó a salir para saber lo que estaba sucediendo.

"Me coloqué mi braga de navegación y salí para ver que estaba pasando. En la calle que está frente al comando de la unidad había una formación y la mayoría del personal estaba ya distribuido en los puntos de control y rol de defensa del apostadero", señaló.

Recuerda que le ordenaron que buscara su fusil e incorporarse al rol de defensa. "Entre dormido, desacaté la orden y me fui a la cava a buscar provisiones. En los bolsillos de la braga metí cambur, naranja y pan. Allí sí agarré el fusil, cuatro cargadores y me fui con el marinero Malavé para el muelle del apostadero", expresó.

Arias, un poco confundido, pensó que el despliegue formaba parte de un ejercicio militar. Al pasar de las horas, él y sus compañeros se dieron cuenta de qué algo estaba pasando y comenzaron a buscar respuestas sobre la inesperada llegada del presidente a Turiamo.

Esta base naval está enclavada en una ensenada del litoral aragüeño, a unas dos horas de camino de Maracay. La recepción de teléfonos celulares en la zona es limitada y desconocían que lo del golpe de Estado. Menos aún imaginaban que el Presidente estaba detenido.

Sentimientos e impotencia

Al transcurrir las horas se percataron de la situación por los comentarios que hacían los golpistas y la situación se tornó tensa entre el personal. "Así como nosotros estábamos a favor del presidente, algunos estaban en contra", refirió Arias, quien recordó que en ese momento todos portaban armas.

Citando una frase muy coloquial de los llanos venezolanos, Arias confiesa que el clima de tensión era tal en aquel momento, "que si se hubiese caído un pocillo de la mesa, todavía estuviesen recogiendo muertos en Turiamo y la historia contemporánea de Venezuela, que empezó en Turiamo el 12 de abril, fuese otra".

"Ese día en la unidad el militar más tranquilo estaba transformado. Uno no pensó en familia, lo que queríamos era defender al Presidente. Era algo injusto lo que estaba pasando. A Chávez lo eligió el pueblo y nosotros como Fuerza Armada somos garantes de la Constitución", apuntó.

Arias en el 2002 era operador de embarcaciones menores y patrón de lancha de la LTC01, donde pensó sacar al presidente Chávez hacia La Ciénaga, una ensenada de Ocumare de la Costa.

"Le dije al marinero (Malavé) que me acompañaba: 'Nos irán a matar, pero si al presidente lo montan aquí, lo rescatamos y lo llevamos en la lancha para La Ciénaga", narró Arias.

En el muelle algunos sargentos lloraban de la impotencia al conocer la noticia del golpe de Estado. Recuerda que el sargento Parra, del área de Comunicaciones, lloró al no poder ayudar en esa situación crítica.

En esa estadía en el muelle, ya amaneciendo el 13 de abril, Arias en medio de la tensión sacó las provisiones que tenía en su brigada. Comenzó a comer pan y naranja, mientras sus compañeros se quejaban y les recordó: "Primero se agarran las provisiones y después el fusil, con logística hasta el final".

Crecía la incertidumbre

A eso de las 2:00 de la tarde del 13 de abril le permitieron subir al comando de la unidad y logró ver al presidente Chávez caminando en el patio principal, ubicado detrás de la enfermería. "No nos permitían acercarnos al Presidente, pero lo vi de lejos".

Ya pasadas las 3:00 de la tarde escuchó cuando aterrizaron unos cuatro o cinco helicópteros en el campo de fútbol de la base. En esas aeronaves se llevaron al Presidente para La Orchila, pero en ese instante no sabían a dónde lo llevaban.

"Nos reunimos en el comedor. Allí el maestre Ramírez, de Logística, relató que el presidente había escrito una carta, en la que afirmaba que no había renunciado al poder que el pueblo constitucionalmente le dio", relató

Por unas bombonas

El traslado de unas bombonas de gas fue la excusa para sacar de Turiamo esa carta, escrita con puño y letra del comandante Chávez en su estadía en el puesto de enfermería.

En un descuido de los golpistas, el maestre Luis Herrera Ramírez tuvo la idea de que el Presidente escribiera la misiva que en pocas horas se difundió por todo el país desde la Brigada de Paracaidistas en Maracay.

Esa carta salió del apostadero por el ingenio del señor Pablo José Tovar Mijares, conserje del club de playa de Turiamo, quien tuvo la idea de montar en su camioneta unas seis bombonas vacías de gas para salir del lugar con el documento.

"Ese día sentimos que aterrizaron varios helicópteros en el muelle. Nos asomamos a la playa y vimos un movimiento extraño, pero no sabíamos que se trataba del presidente", comenta Tovar, quien cuenta que el ambiente estaba enrarecido.

Fue el cabo Juan Bautista Rodríguez, de la Guardia Nacional, quien les avisó que había un golpe de Estado en el país y el Presidente estaba secuestrado en Turiamo, pero no había renunciado.

En ese momento, en medio de un profundo silencio y parado frente al mar, Tovar pensó que "se acababa todo para los pobres" y sentía el deber de hacer algo para voltear la acción de los golpistas.

"No teníamos armas para defender al Presidente. Sentí mucha impotencia porque si nosotros votamos por el Comandante, ¿por qué no los van a quitar así? ¡Ah, sólo porque ellos (los golpistas) son bravos!", confiesa Tovar.

Tovar tiene 27 años viviendo en Turiamo, junto a su padre y hermano. Es uno de los últimos habitantes de este pueblo, cuyos pobladores migraron a Maracay para dar paso a la instalación de la unidad militar. Al igual que su padre, ha trabajado toda su vida en el apostadero.

En su camioneta, saca la carta del apostadero. El documento llegó a las manos de la profesora Eucaris Sarmiento, quien llevaría la carta de Turiamo a la capital de Aragua.

"Después me fui en una cola con un primo para la 42 Brigada de Paracaidistas en Maracay", refirió Tovar. Allí se consiguió con una multitudinaria concentración de personas que pedía a gritos el regreso del presidente.

Al llegar a Maracay se encontró con el movimiento de gente, los estudiantes alzados en los autobuses y la gente marchaba para la unidad militar.

Allí firmó un libro que tenían en la unidad militar para alistarse en la resistencia y repeler la dictadura de Carmona. "Mi vida es del Presidente. Era injusto lo que estaba sucediendo y teníamos que defender la Revolución", señaló Tovar

En el transcurso de ese día, llegó el cabo de la Guardia Nacional Juan Bautista Rodríguez acompañado de la profesora Sarmiento a la Brigada de Paracaidistas, donde entregan la carta escrita por el presidente Chávez, en la cual informaba no haber renunciado a su cargo.

"Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: No he renunciado al poder legítimo que el pueblo venezolano me dió. ¡¡Para siempre!! Hugo Chávez Frías", escribió el presidente sobre una hoja blanca.

"Eucaris traía esa misiva escondida en sus prendas íntimas para resguardar aquel documento, que el Presidente firmó en el apostadero naval de Turiamo, donde permaneció antes de ser trasladado a La Orchila, y donde fue rescatado en la madrugada del 13 de abril ", expresó Adalberto Pérez Ramírez, periodista y escritor aragüeño que cubrió los sucesos de abril de 2002 ocurridos en Maracay.