Tiempo de Reflexión

Especial Referencia a la Semana Santa Asuntina
La Semana de Pasión, de amor,
de sufrimiento y vida entregada
está por comenzar,
y se nos invita a elegir del lado
de quien vamos a estar:
A favor del siervo sufriente de Yahve,
comprometidos en practicar la justicia,
apoyando a los débiles,
escuchando y siendo discípulos,
sufriendo lo que nos toque
para hacer realidad el Evangelio
y siendo los seguidores de Jesús,
sin sucumbir ante la violencia,
el odio o la injusticia”.

Pocos días antes del infamante grito de ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!. Jesús es  proclamado Rey para celebrar su entrada a Jerusalén y el pueblo lo aclamó diciendo: “Hosanna, viva el Hijo de David, bendito sea el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas”.
Por eso la Iglesia inicia con el Domingo de Ramos las conmemoraciones de Semana Santa para recordar un hecho que no puede pasar desapercibido a los ojos de la humanidad: La derrota del miedo, el desafío a la autoridad ilegítimamente ejercida.
Otra curiosidad marca la vida de Jesús: Para nacer es anunciado como Rey y heredero del trono de David; para morir es recibido como Rey de los Judíos.
Insistamos hoy sobre el valor simbólico de palmas y olivos en las celebraciones del Domingo de Ramos: El olivo ha sido quizás, desde los propios días del diluvio universal, el emblema natural más generalizado de la paz. Considerado el árbol más valioso de la Palestina, una tierra distinguida por la excelente producción de miel y aceite: el olivo es el árbol de la prosperidad, según las remotas creencias arraigadas en el Medio Oriente.
            Las palmas eran llevadas por los hebreos en las fiestas del tabernáculo o sitio donde se oficiaba el culto religioso antes de la edificación del templo. Es bueno recordar que a Jericó se la llamaba “Ciudad de las Palmas”.
            Coronas de palma y hojas batidas en el aire o regadas en el camino, son expresiones de victoria. Por lo demás, la palma simboliza belleza y prosperidad.
            Apuntemos también que el olivo es un árbol siempre verde y de gran longevidad, emblema de una piedad lozana y duradera.
Un olivar o bosque de los olivos era tan común en Palestina como los viñedos o los sembradíos.
Acá en Margarita, concretamente en La Asunción, donde las celebraciones religiosas tienen ganada justa fama, el Domingo de Ramos es una solemnidad extraordinaria, preparada con el mayor de los esmeros. Ya los palmeros han cumplido su cometido de subir al cerro El Copey para traer las palmas frente al viejo convento de San francisco, que ahora sirve de sede al Consejo Legislativo de Nueva Esparta. Cumplida esa ceremonia, el pueblo, en ordenada marcha, se dirigirá hacia la Catedral y a las 9 a.m. se oficiará la misa Solemne que marca liturgia este día.
            Es decir, ningún asuntino regresará a su hogar con las manos vacías; pues traerá las palmas que les permitirán renovar las cruces hechas con el vegetal bendito y colocarlas detrás de las puertas de la casa como señal de protección divina, en una cándida manifestación de fe que anima la esperanza de los hombres y mujeres de la capital neoespartana. La multitud acompañará la procesión de “Jesús en el Huerto”, para evocar que Cristo venció al mal.
            Son estampas que nos hacen presentes los textos del Evangelio de San Lucas: “Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella, encontraréis un burrito atado sobre el cual nadie ha montado todavía, desatadlo y si alguien os pregunta porque lo desatáis, diréis así: “El Señor lo necesita”
            Los enviados partieron y encontraron al burrito como Jesús les había dicho. Cuando desataron al burrito, los dueños del dijeron: “¿Por qué desatáis al pollino?”, respondieron: El señor los necesita”. Se lo llevaron a Jesús, pusieron sus mantos encima e hicieron montar a Jesús. Y mientras él avanzaba, extendían sus mantos sobre el camino. Una vez estaba próximo el descenso del Monte de los Olivos, toda la muchedumbre, en su alegría se puso a alabar a Dios con gran voz, por todos los portentos que habían visto y decían: “Bendito el que viene en nombre del Señor. En el cielo paz, gloria en las alturas”.  Pero algunos fariseos, entre la multitud, dirigiéndose a El, dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Más El, respondió: “Os digo, si estas gentes se callan, las piedras se pondrán a gritar”.
            Franz Michel Willam, un sabio alemán quien dedicó buena parte de su vida al esclarecimiento e interpretación de los principales pasajes de la vida de Cristo, publicó en 1936 un estupendo libro bajo el titulo “La vida de Jesús en el país y pueblo de Israel”, y allí encontramos esta recreación sobre los hechos que hoy se conmemoran:
            “En pocos momentos se ha convertido la peregrinación de galileos en una manifestación solemne; en una entrada triunfal para el Mesías. Uno fue el primero en lanzar el grito ¡Hosanna! (Señor auxílianos) que es el grito festivo religioso de los judíos, y resonaba, especialmente en la fiesta de los tabernáculos, en aclamaciones estruendosas cuando se llegaba a aquel pasaje del salmo 117, de donde está tomada la palabra.
            Algunos discípulos habían puesto sus mantos sobre el lomo del animal, honor que se suele hacer a los grandes señores cuando se les ofrece la cabalgadura y no se tiene una silla de montar. Otros se quitaban los mantos de los hombros y los extendía por el suelo como alfombras. En las tradiciones judías se cuenta de un hombre rico en cuyo honor se cubrió con colchas todo el camino hasta la sinagoga. Estas costumbres, tal como están aquí descritas, suponen países sin lluvias y caminos secos. Otros, pues formaban también parte en el cortejo mujeres y niños, se hicieron ramas de los arboles, como era costumbre llevarlos en la fiesta de los tabernáculos”.
            Jesús, el Domingo de Ramos desafía todo el poder del Imperio. Ya está plenamente consciente de su destino redentor y no rehúye la responsabilidad que ha asumido con su Padre.
            Esa es la mayor de las enseñanzas que podemos derivar del hecho que hoy conmemoramos y que ojalá sirva para abrir la mente y el corazón, den el propósito de luchar por la paz y la justicia, supremos mandatos que nos legará el Dios del amor y la bondad.